viernes, 17 de septiembre de 2010

Nos gusta cómo Jesús cuestionó a la religión. Cómo enfrentó a los poderosos, y se las arregló para proponer, pacíficamente, otro mundo, una manera diferente de llevar la existencia y las relaciones. Sentimos curiosidad por la oración, y estamos seguros de que recuperar esa dimensión espiritual es bueno. Especialmente para las personas con ideales. Porque todo corazón tiene heridas, y un rastro de egoísmo, y eso no ayuda cuando uno quiere cambiar el mundo. Y sanar nuestros complicados corazones es algo que requiere poco menos que un milagro. ¿Esto significa ser religiosos? Esperamos que no. No nos interesan la manipulación ni el escapar de la realidad, tan comunes en la práctica religiosa. Lo que nos gustaría, sí, es tener amistad con aquella inteligencia cariñosa que diseñó a las margaritas.

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